El naufragio del MAER
-Querido diario:
Llevamos casi una semana desde
que el barco de lujo “MAER” sufrió un naufragio en circunstancias extrañas.
Estábamos atravesando el océano Atlántico, cuando de repente pasamos un
“portal” en el medio de este océano. Cuando habíamos cruzado el “portal” solo
quedaba unos pocos metros para llegar al puerto, pero… ¡Había desaparecido! Y
allí ocurrió, un enorme ser marino se dirigía hacia nosotros, parecía una
ballena, pero era mucho más grande, rápido y fuerte. Cuando el ser colisionó,
rompió el motor y nos arrastró hacia una gran roca que sobresalía en el mar y
allí se quedó el barco. Algunos de los pasajeros murieron en el choque con la
roca, otros se quedaron enganchados y atrapados en sus habitaciones y otros
murieron cuando nadábamos hacia la orilla. En el momento en el que llegamos a
la orilla éramos apenas doscientos pasajeros. Pero perdimos a cincuenta
náufragos debido a las continuas hemorragias de sangre y a las infecciones de
heridas de gran tamaño. Nos fuimos a refugiar a una cueva, ya que parecía que
la especie humana de aquel lugar se había extinguido. Los ciento cincuenta
supervivientes nos refugiamos en la inmensa cueva. Desde la cueva nos
organizamos para intentar mantenernos con vida el máximo tiempo. 30 personas
fuimos a la orilla a ver lo que la costa había traído. Mientras recogíamos los
objetos que nos podían ser útiles, 20 personas se encargaban de hacer armas,
35, se encargaban de la salud de los demás, 24 personas se encargaban de buscar
frutas en los árboles. El resto de personas eran niños y ancianos que habían
llegado a la costa con los pocos botes salvavidas que habían quedado en buen
estado. Cuando volvimos a la cueva vimos una sombra de algo que se movía muy
rápido. El cuarto día, todos estábamos más alegres y menos desesperados que al
principio. En el momento que el Sol estaba en lo alto del cielo, haciendo un
ángulo de 90º con el mar mandamos una expedición de reconocimiento a las afueras de la cueva,
se fueron treinta y dos y volvieron siete. Los que volvieron, volvieron
aterrorizados, nos contaron que los demás habían muerto a causa de…
¡dinosauros! A todos nos entró el pánico y empecé a plantearme que el “portal”
que cruzamos era un “portal” al pasado. El quinto día se confirmó mi teoría de
la vuelta al pasado, ya que vimos algunos dinosaurios de cuello largo, otros
más pequeños pero veloces, y lo peor de todo, ¡vimos a un T-REX comiéndose a
otro dinosaurio! Hoy en el sexto día seguimos intentando sobrevivir en aquella
isla, con ayuda de unos pocos
dinosaurios a los que intentamos adiestrar.
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