En mi primera infancia mi padre me dio un
consejo que desde entonces no ha cesado
de darme vueltas por la cabeza… “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Un simple consejo que te acompaña en cualquier circunstancia de la vida. Una
pena haberme dado cuenta de su valor demasiado tarde. Son ya tantas
oportunidades perdidas que prefiero no mirar atrás y centrarme en futuras
oportunidades, como la de mañana. Mi primera audición en ni más ni menos que en
la prestigiosa escuela de ballet de New York City. No son suficientes mis
nervios como para que encima Lauren llegue tarde a recogerme al aeropuerto. Una
inmensa y moderna ciudad se levanta ante
mis ojos… no puedo evitar sentirme pequeña, minúscula… ¡microscópica ante tanta
belleza! Hace mucho sol y como no, ya
quiero empezar a coger color… falta me hace. Mi piel es blanca como la leche y
mis ojos marrones como la miel. Unos labios finos pero rojizos dan color a mi
rostro. Todo esto está acompañado de una larga melena rubia ondulada que, sin
duda alguna, es mi bien mas preciado.
Todo lo contrario a Lauren, mi mejor amiga, una chica alta, morena de
piel y de cabello, con unos grandes labios y unos ojos color verde
esmeralda. Se está retrasando mucho,
será mejor que…
-¡CARMEN!-
-Lauren… ¡Por fin!, llevo esperándote más de
media hora.-
-Venga déjate de quejas, sube a la moto que
llegamos tarde a la reunión.-
Se nota que viene a toda prisa. Tartamudea y
su voz fina parece entrecortarse del cansancio. Sin más quejas le hago caso y
subo a una vespa rosa, mi color favorito, colocada enfrente de la puerta de la
estación. La brisa de la gran ciudad
despeina mi melena mientras Lauren, concentrada en la calzada, me lleva a su
casa. Habíamos quedado con todos allí, menos mal que nos habían cogido a la
mayoría para la audición, porque si no mis nervios se dispararían.
Mientras estaba evadida en mis pensamientos
Lauren y yo recorríamos New York de un extremo a otro. Un viaje en moto por aquella ciudad se pasaba
rápido. En un abrir y cerrar de ojos estábamos en el portal. Lauren era la
única que, estando en su propia ciudad, no había intentado buscar trabajo en un
sitio donde pudiese aplicar todo lo aprendido en sus 18 años en la escuela de
danza de Madrid. Siempre decía que habría tiempo de buscar un trabajo que le
gustase, pero que por ahora pagar el alquiler era lo único que le preocupaba.
.. Ya con sus 28 años Lauren se sentía atada y sin ganas de disfrutar de la
vida. Justo entonces, mientras intentaba convencerla de que buscase un buen
trabajo, pasamos por un gran PUB llamado Burlesque.
-Lauren, este es tu trabajo, lo sé… ¡entra!-
-Ya iré mañana Carmen, hoy no tengo ganas…-
-“No dejes
para mañana lo que puedas hacer hoy”-
De nuevo un pequeño consejo me acompañaba en
una situación indecisa de mi vida. Las puertas del PUB Burlesque se abrían ante nosotras. Un
gran cambio nos esperaba, lo presentía…
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